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Amenaza Digital: Así Operan las Cinco Estafas Más Peligrosas Contra los Adultos Mayores

En un mundo cada vez más digitalizado, las personas mayores se han convertido en el objetivo predilecto de los ciberdelincuentes. Aprovechando su confianza, la posible brecha tecnológica y, en ocasiones, su aislamiento social, los estafadores han perfeccionado métodos que combinan manipulaciones psicológicas con herramientas tecnológicas avanzadas, provocando no solo cuantiosas pérdidas económicas, sino también un profundo impacto emocional. Según alerta la compañía de ciberseguridad ESET, estos actores maliciosos buscan beneficios con el menor esfuerzo posible, explotando las debilidades humanas de los mayores, quienes a menudo cuentan con ahorros, confían en las figuras de autoridad y pueden vivir en entornos con menos apoyo digital.

Los expertos identifican cinco tipos de fraude particularmente peligrosos por su alto grado de efectividad. En primer lugar, el ‘phishing’ institucional, donde los delincuentes se hacen pasar por organismos como Hacienda o el banco a través de correos o llamadas, creando una sensación de urgencia para solicitar datos personales o pagos inmediatos. Le sigue el fraude de soporte técnico, una trampa en la que se alerta a la víctima sobre un virus ficticio en su ordenador para convencerla de conceder acceso remoto al dispositivo, dando así a los estafadores control total sobre su información personal y financiera.

Otros engaños apelan directamente a las emociones. La estafa romántica se basa en establecer relaciones afectivas falsas en línea para, una vez ganada la confianza, pedir dinero bajo la excusa de una emergencia. De manera similar, la estafa del «familiar en apuros» implica una llamada suplantando a un ser querido que solicita una transferencia urgente de dinero, una táctica que se ha vuelto más creíble con el uso de la inteligencia artificial para clonar voces. Por último, las inversiones fraudulentas prometen rentabilidades rápidas y excepcionales, respaldadas a veces por figuras públicas falsas creadas con tecnología deepfake, con el único fin de apropiarse de los ahorros de la víctima.

La prevención de estas estafas depende tanto de factores conductuales como tecnológicos. La comunicación abierta y empática dentro de las familias es la primera línea de defensa. Compartir ejemplos reales de fraudes, establecer la regla de «pausar y verificar» antes de cualquier transferencia y designar un contacto de confianza para consultar dudas son prácticas esenciales. Paralelamente, es crucial fomentar hábitos de ciberhigiene: usar gestores de contraseñas, activar la autenticación en dos pasos, mantener los dispositivos actualizados y evitar enlaces o descargas sospechosas. Como concluye Josep Albors, director de Investigación de ESET España, el reto no es tratar a los mayores como ingenuos, sino acompañarlos para que la confianza que caracterizó su época no sea explotada. La combinación de empatía, educación digital y herramientas de seguridad es la mejor fórmula para proteger su tranquilidad y patrimonio.

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